Con este correo damos por inaugurada la sección Canon privado. ¿Qué poetas geniales nos estamos perdiendo? Le pedí a Pancito (Lourdes López, pero desde ahora ustedes también le pueden decir Pan) que escribiera sobre Catulo porque nunca escuché a nadie hablar con más fascinación de la poesía latina. Ella es es estudiante avanzada de la carrera de Letras en la Universidad de Bahía Blanca. Tiene publicado un poemario que se llama La rebelión de las flores (HD, 2018?) y hace un oráculo poético en Twitter. Ahora sí, ¿Por qué leer a Catulo? Porque, según Pan, es como leer los mil mambos que puede mandarte un amigo por whatsapp, pero con métrica latina.
Si en algún momento de la vida tenés un tiempito libre, me encantaría que pudieras leer algunos poemas de Catulo. Creo que es de los poetas que más debo recomendar, especialmente para cuando estás perdido con las emociones. ¿Alguna vez sintieron que lo que sentían no tenía sentido? A mí también me pasa. Y para eso, para sentirme acompañada en ese vaivén que me produce el mundo, leo a Catulo.
Cuando se piensa en cultura greco-latina, se tiende a llevarlo a la idealización. Una sociedad magna, grandiosa, sin imperfecciones, liderada por el conocimiento y la racionalidad. La sacralización de la cultura clásica, especialmente de la romana, me bajonea. Esas imágenes imperiales nos hacen parecer tan chiquitos y patéticos con nuestros sentimientos, nuestros desbordes, nuestros defectos. Pero, por suerte, existe Catulo para demostrarnos que en la Antigua Roma existía la gente débil, patética, que se dejaba llevar por sus pasiones, pero sin perder el estilo, la creatividad y el tiempo de ser solemnes por un rato.
Catulo habla de todo y no se guarda nada. La diversidad de sus temas va desde la muerte de un pajarito (II) hasta amenazar con cogerse a quienes se burlan de sus poemas (XVI), de expresar cariño a su amada (LXXXVII) hasta insinuar que ella tiene un amorío incestuoso (LXXIX) y lanzar el rumor de que se la chupa a los nietos de Remo (LVIII), de invitar a su chonga a coger a la hora de la siesta (XXXII) hasta hacer un poema fúnebre para su hermano (CI). Toda esta intensidad se podría resumir en el poema LXXXV:
Odi et amo. Quare id faciam, fortasse requiris.
Nescio, sed fieri sentio et excrucior.
Te odio pero te deseo, quizás quieras saber por qué. No lo sé, pero es así y me desgarro.
Si me lo permiten, voy a decir que Catulo fue el primer rockero de la historia. Un tipo que estaba en la vanguardia de su generación, que se desvía del camino de la poesía lírica tradicional y de la épica homérica para adentrarse en la descripción de la realidad tal cual es, de la humanidad en su máximo esplendor. Creo que no hay algo más rockero que romper con todas las convenciones de la época y hacer algo totalmente nuevo. Sexo, comida, dinero, poesía, amor, odio: ¿no son todos temas de cualquier banda de rock?
No te digo que hay que ser como Catulo, pero está bueno tener referentes poéticos no-endiosados. Estoy harta de ver cómo se piensa que los poetas son seres iluminados, que no son atravesados por las mismas cuestiones que cualquier persona de este mundo. Porque sí, los poetas son personas. Y eso también era Catulo: un chabón, como vos y como yo, que se tiró a la pileta de la poesía practicando métrica latina. No te muestra al poeta, a sí mismo, como alguien elevado o celestial, sino como alguien que ama, que odia, que tiene hambre, que le falta plata, que se emborracha, que se calienta, que llora, que escribe poesía.
En menos 30 años, Catulo consiguió escribir 116 poemas. Siempre me sorprende eso, cómo podía plasmar las emociones más extremas que podemos sentir en versos tan distintos. Podría estar hablando de él por horas, pero como tengo poco tiempo, voy a enfocarme en el ciclo de poemas más polémico y picante de toda la historia: el ciclo de Lesbia.
Hay un montón de poemas dedicados a una chica con el nombre ficticio de Lesbia, con la cual Catulo habría tenido un romance intenso. Esa mujer no era ni más ni menos que Clodia, la hermana del político romano Publio Clodio Pulcro. Reina del escándalo, nombrada “Medea del Palatino” por sus controversias, fanática de Safo y una rompe-corazones tremenda. Gracias a ella tenemos los poemas más delirantes, diversos y humanos de Catulo: aquellos donde se narra toda la experiencia del proceso amoroso: nacimiento, crisis y muerte.
¿Vieron cuando recién nos enamoramos que nos volvemos super melosos e intensos? Esos momentos de el-mundo-podría-explotar-y-no-me-importa-si-estoy-con-mi-amada. El desinterés por lo que piensen los demás, solo disfrutar del amor y de esa pequeña eternidad. Bueno, el poema 5 trata de eso.
Viuamus, mea Lesbia, atque amemus,
rumoresque senum seueriorum
omnes unius aestimemus assis.
Soles occidere et redire possunt:
nobis, cum semel occidit breuis lux,
nox est perpetua una dormienda.
Da mi basia mille, deinde centum,
dein mille altera, dein secunda centum,
deinde usque altera mille, deinde centum.
Dein, cum milia multa fecerimus,
conturbabimus illa, ne sciamus,
aut nequis malus inuidere possit,
cum tantum sciat esse basiorum.
Vivamos, mi Lesbia, y amémonos,y que los rumores de los viejos amargosnos importen todos un centavo. Los soles pueden morir y volver a nacer:nosotros, cuando una pequeña luz muera,vamos a dormir una noche eterna.Dame mil besos, y después cien,luego otros mil, luego otros cien,después hasta dos mil, después otra vez cien;luego, cuando lleguemos a muchos miles,los confundiremos para no entender, ni para que el envidioso pueda sabercuántos fueron al final nuestros besos.
¡Ah! Y todo hubiera sido hermoso si los soles brillaran por siempre. Pero, no hay final feliz para esta historia. Porque, como dije antes, Catulo es de los nuestros, es del equipo de los humanos, de los que son rechazados y cuerneados. Uf, cómo lo deja a Catulo esto: la crisis emocional que tiene por el abandono de Lesbia es cualquiera de nosotros acostado en la cama después que le rompieran el corazón debatiéndonos si estamos bien o estamos mal, yendo del amor al odio, recreando situaciones que no están pasando pero bien nos gustaría que sucedan para decir todo lo que sentimos. Eso hace Catulo de manera insuperable en el poema 8.
Triste, Catulo dejá de decir estupideces, y lo que ves que se perdió, dalo por perdido. En otro tiempo, soles radiantes brillaban para vos, cuando a menudo ibas adonde una muchacha te llevaba, amada por mí como ninguna otra va a ser amada. Entonces aquellos muchos goces ocurrían, los que vos querías y la muchacha no negaba. Verdaderamente, soles radiantes brillaban para vos.Ahora ella no quiere; vos tampoco, desenfrenado, quieras, ni sigas a la que huye, ni vivas triste sino con ánimo perseverante soportá, resistí.Adiós, muchacha, Catulo soporta, ni te va a requerir ni a rogar contra tus deseos. En cambio vos vas a sufrir cuando nada se te ruegue. ¡Ay de vos, maldita! ¿Qué vida te espera? ¿Quién te va a ir a visitar ahora? ¿A quién le vas a parecer hermosa? ¿A quién vas a amar ahora? ¿De quién se va a decir que sos? ¿A quién vas a besar? ¿De quién vas a morder los labios? En cambio, vos Catulo, firme, resistí.
Especialmente me gusta muchísimo la traducción de Leonor Silvestri, pero pueden encontrar todos los poemas de Catulo y sus inmensas versiones por toda la web. Porque, por último, esto también me encanta de leerlo: es accesible porque supo comprender y expresar los sentimientos humanos universales más íntimos y viscerales.
Lourdes López.